Una fiesta para Ella – Yankilé Hidalgo

Quien escribe poesía es un jugador, juega con las palabras. El juego consiste en lanzar palabras al vacío, a la nada (aquí no hay dados, fichas ni tableros). Aquí solo hay cazapalabras, jugadores que van por el mundo regocijándose de versos y regocijando a todo aquel que encuentre en su camino.

Entran en un universo de sonidos donde caben todos los elementos de la Tierra. Sí, la poesía es un Aleph de Borges, la poesía es todo dentro de un todo, cabe tanto la armonía como el caos, tanto lo sensato como la locura, lo justo y lo improcedente, el verbo y el pronombre, la ira y la nostalgia, la identidad y la indefinición, todo en un mismo verso. 

Un jugador de la poesía debe tener claro que aquí solo hay una ganadora, Ella, y darle el protagonismo es encontrarla en diversos ámbitos, verla con la indumentaria de cada pueblo, oír variadas voces, sentir su canto en diversidad y eso es lo que el colectivo de Poesía de la nada en Cali pretende en su Primer Encuentro, jugar el juego de Ella, generar espacios donde se luzca, se salve de lo ordinario y entre en el juego todo aquel que quiera “jugar”. Aceptar las reglas es comprender que por esto nos juntamos, para hacer del momento una fiesta de la palabra, y yo he sido una de las invitadas a esta festividad. Desde luego, he aceptado con toda la ilusión de quien entiende cada significado, de quien comprende la única norma que es introducirla en la memoria, de valorar el momento de reunirnos por afinidad de roles y por la compatibilidad del amor hacia Ella, por el anhelo al disfrute.

Donde hubo silencios, habrá poesía, donde se dijo miedo habrá poesía, donde hubo segregaciones habrá poesía, eso es a lo que llamamos “juego limpio”.

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